La jornada laboral reducida ha sido y continúa siendo objeto de debate en muchos países, incluida la Argentina. La controversia gira en torno a cuestiones relacionadas con productividad, equilibrio trabajo-vida personal e impacto económico.

Quienes promueven la medida destacan como ventajas el “work-life balance”, el impacto en la mejora de salud y bienestar, además del incremento en la productividad. Del otro lado, quienes toman una postura más crítica con respecto al tema, sostienen que menos horas de trabajo se traducen en menor producción y, por lo tanto, en un impacto negativo en la competitividad de las empresas.

Hay otra visión para “medir” el trabajo de los colaboradores que no se relaciona directamente con las horas delante de una línea de montaje o una notebook o sentado en un escritorio, y que tiene en cuenta el cumplimiento de objetivos preestablecidos, es decir, la gestión por objetivos. Esto lleva a pensar en modelos flexibles de trabajo que no atan al colaborador a un esquema fijo de cantidad de horas de trabajo, sino al alcance de resultados según objetivos acordados y la gestión del equipo de trabajo, un esquema en el que la productividad es la protagonista.

Para pensar en los pros y contras de la reducción de la jornada laboral, hay algunas preguntas para hacerse, cuyas respuestas dependen del tipo de negocio y de la flexibilidad de cada mercado:

¿En mi negocio es importante medir al detalle la cantidad de horas de un colaborador en su “puesto” (virtual o físico) de trabajo?

¿Para el cumplimiento de objetivos es necesario un horario rígido para mis colaboradores?

¿Afecta la productividad el (mayor o menor) tiempo que un colaborador esté presente en su escritorio/puesto de trabajo?

¿Cómo estoy midiendo la performance de mi gente? ¿Incide el tiempo que estén presentes en su puesto de trabajo?

¿Cómo afecta a mi cliente este tipo de régimen?

¿Cuál es el impacto económico si nos adaptamos a que el plantel empiece a tener jornada laboral reducida? (¿debemos repensar la estructura de la organización?; ¿hay que contratar más personas para cubrir turnos o funciones; ¿se debe invertir en sistemas en la nube que nos permitan estar conectados en cualquier momento y lugar?)

La reducción de jornada laboral debe venir de la mano de conservar e incluso mejorar la productividad de cada sector, así como la performance de los colaboradores. En este sentido, la compañía, los líderes y los colaboradores, todos necesitan pasar por un proceso de adaptación, lo que abarca implementar y/o mejorar procesos, automatización, optimizar procedimientos de capacitación.

En caso de decidir llevar a cabo una reducción de jornada laboral, esta debe procurar:

• Mejorar la calidad de vida de los colaboradores, su “work-life balance”
• Reducir el estrés laboral.
• Reducir la rotación de personal
• Mejorar el clima laboral
• Mejorar la eficiencia operativa
• Mejorar la productividad y la competitividad de la organización en el mercado
• Aportar en la creación de una cultura única.

Vale destacar que, para lograr una compañía exitosa y productiva, todos sus participantes deben tener un propósito y trabajar por un objetivo común que los haga trascender, más allá de la tarea que cada uno cumpla en la organización. Y hay que tener presente que en una relación laboral son esenciales la confianza y el compromiso entre empleador y colaboradores, de eso se trata.