Un entorno tóxico en el trabajo puede deberse a múltiples factores. Por ejemplo, a la escasez de recursos, ya sean financieros, de talento o tecnológicos; a una fusión de empresas, que genera un clima de desconfianza y competencia, también a la falta de transparencia en las prácticas de la compañía; a una exigencia desmedida y a la falta de reconocimiento y recompensa; a la discriminación y el acoso; también, a un cambio organizacional mal gestionado, que genere incertidumbre y resistencia entre los empleados.

Estos son algunos de los indicadores que debemos tener en cuenta:

1. Excesiva competencia y falta de apoyo entre compañeros y compañeras.
2. Existencia de personas y grupos privilegiados que reciben más reconocimiento y mejores asignaciones de trabajo de manera continuada.
3. Faltas de respeto, maltrato y escasa empatía.
4. Tolerancia a comportamientos inapropiados, como micromachismos, acoso o discriminación.
5. Estigmatización de problemas de salud mental o emocional, y la falta de apoyo para quienes los padecen.
6. Falta de motivación. Carreras profesionales que no se desarrollan.
7. Énfasis en los resultados, incluso más allá del bienestar de los empleados y de su equilibrio entre la vida personal y la laboral. Burnout
8. Excesiva rotación de personal.