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Melina Jajamovich: “No se trata solo de adaptarnos a los cambios sino de crearlos, de ser protagonistas”

24/1/2022

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¿Tenemos que descubrir tendencias y subirnos a ellas o hacer el futuro que queremos? Sobre esta y otras cuestiones como engagement, teletrabajo, aprendizaje, la aceleración y escasa reflexión en que vivimos, habla Melina Jajamovich en esta entrevista.

Talento & Empresa conversó con Melina Jajamovich es autora de “Agilidad en 4 estaciones” y "Reflexiones de un año trabajando en pantuflas"; TEDx speaker; speaker, trainer y coach en Agile Cooking; coordinadora del departamento de Metodologías Ágiles y profesora del MBA de la Universidad Torcuato Di Tella. Trabaja para empresas como BBVA, Globant, Natura, Nestlé, Nespresso, Novartis, Santander, SAP, Volkswagen, Zurich, entre otras.

 

Talento & Empresa: En relación al programa que están lanzando en la Universidad Torcuato Di Tella, ¿cuáles son los aspectos más desafiantes para encarar las transformaciones del trabajo?

Melina Jajamovich: El programa de la Di Tella, se llama 'Future Thinking' pero lo estamos hackeando mientras lo armamos y se va a terminar llamando 'Future Making', porque el desafío que tenemos hoy no es pensar en el futuro, no es intentar predecirlo, sino que es poder imaginar y poder crearlo. 

Desde mi punto de vista, una de las cosas que nos pasan es que hablamos mucho del futuro del trabajo, pero tenemos que pensarlo de una manera líquida; tenemos que pensar en el futuro del trabajo, de las organizaciones, de los humanos, de la sociedad, del medio ambiente, empezar a pensarlo y a hacerlo más orgánico, permitirnos incluso soñar. Tenemos que hackear los supuestos y las creencias que están detrás del mundo en que vivimos; preguntarnos qué mitos hay que derribar y qué permisos necesitamos darnos para poder construir un mundo laboral que nos haga más sentido con esta nueva sociedad. Por eso no es ver cuáles son las tendencias de lo que se viene, sino que el desafío es ver qué información y qué material podemos crear y aportarle al mundo. Esto va a ser toda una aventura.

T&E: En estos dos años de pandemia ¿cuáles son los mitos que cayeron?

MJ: La respuesta automática sería el mito de que el teletrabajo no es una opción. Llevamos años hablando del teletrabajo y la pandemia le dio una aceleración, no solo al teletrabajo sino también a la trasformación digital. Muchos negocios han cambiado, tanto de cara al cliente como en su organización interna. Ahora, la pregunta es si esto vino para quedarse. Vemos muchas organizaciones que están cayendo en la tentación de volver a lo anterior, como si nada hubiera pasado. Vemos otras que, sin pensarlo demasiado, adoptaron un nuevo modelo, y la mayoría está preguntándose cómo podemos hacer ahora, con todo lo que vivimos, para construir juntos una nueva manera de trabajar.

 

“La mayoría está preguntándose cómo podemos hacer ahora, con todo lo que vivimos, para construir juntos una nueva manera de trabajar”

“Tenemos un lienzo en blanco y el desafío más grande hoy es no atarnos a recetas sino saber que vamos a vivir en Beta. Vamos a tener que entrenarnos en ello, a empezar a experimentar y descubrir qué funciona”

“Las organizaciones llevan años trabajando en cómo empoderar a las personas, en cómo generar engagement, y esta es una buena oportunidad para empezar a trabajar de otra manera, de generar un formato nuevo de trabajo”

“El reto es que tenemos es dejar de ser víctimas de lo que se nos presenta para empezar a ser creadores, y uno, cuando crea, se parece a un artista, y el artista tiene que animarse a esta aventura”

 

T&E: En la construcción del futuro, ¿qué aspectos requieren un cambio?

MJ: Si nos referimos al mundo del trabajo, hay temas que vienen dando vueltas desde hace tiempo y que estamos empezando a cosechar ahora. Uno de los grandes problemas tiene que ver con la falta de motivación y de engagement, y con la falta de productividad. Yo creo que esto es algo en lo que vamos a tener que trabajar sí o sí, de distintas maneras, en cada organización, en cada sector, en cada negocio. El otro punto que creo que va a ser súper necesario es la conexión, la conciencia, porque la gente está totalmente acelerada, está infoxicada, tanto por la información como por la cantidad de cosas que tienen para hacer, que muchas veces no aportan valor. Entonces, uno de los retos más grandes es ver cómo estar conectados con nosotros mismos, para poder estar más motivados y, por ende, ser más productivos. Esto no basta con pensarlo en relación con la persona, sino también dentro de los equipos, cómo hacemos para construir equipos más saludables, para que nuestras organizaciones sean el puente para que esas personas concreten su propósito. Tenemos un lienzo en blanco y el desafío más grande hoy es no atarnos a recetas sino saber que vamos a vivir en Beta. Vamos a tener que entrenarnos en ello, a empezar a experimentar y descubrir qué funciona. No se trata solo de adaptarnos a los cambios sino de crearlos, de ser protagonistas.

 

"Los cambios pueden ocurrir porque queremos hacerlos y no porque nos obligó la pandemia"

T&E: ¿Cuál es el equilibrio, en este proceso, entre el aprendizaje formal y el informal?

MJ: El aprendizaje ocurre cuando uno es capaz de pensar o hacer distinto. Hay cosas que son más mecánicas y predecibles, que están en los libros, y que pueden ser útiles. Ahora, desde mi punto de vista el problema que tenemos es que en un mundo en el que todo cambia muy rápido, donde más aprendemos es en la experiencia y los libros se quedan cortos. Tenemos que ver cómo maximizamos el aprendizaje a partir de la experiencia generando entornos laborales donde haya confianza, donde nos podemos mostrar vulnerables, donde podemos decir que no sabemos, y desde ahí hacer que cada día sea un espacio de aprendizaje.

 

T&E: En este dilema de volver o no a las oficinas, ¿tenés alguna posición tomada?

MJ: Sí. Creo que el primer reto es entender que no hay una vuelta atrás, que no podemos seguir haciendo las cosas como las hacíamos hasta ahora. Hay gente que cae en la tentación de definir desde arriba cuál es el modelo de trabajo para toda la organización, y esto ya no se puede hacer porque se abrió un espacio de debate que no podemos cerrar. La gente está dispuesta a conversar, pero no está dispuesta a que le digan 'a partir de ahora volvés a la oficina cinco días a la semana' (o tres) y es una conversación que tenemos que abrir y tenemos que estar dispuestos a negociar. Las organizaciones llevan años trabajando en cómo empoderar a las personas, en cómo generar engagement, y esta es una buena oportunidad para empezar a trabajar de otra manera, de generar un formato nuevo de trabajo. Esto tiene que ser una construcción colectiva, en la que las personas puedan decir qué necesitan y que podamos entender las necesidades de los colaboradores. También, que los colaboradores puedan entender cuáles son las necesidades de su tarea y del negocio, porque esto no tiene que ser caprichoso; tenemos que generar un acuerdo y ver si este primer prototipo, esta primera iteración, nos funciona o no. La transparencia nos conduce a mejores resultados, a la larga.

 

T&E: Con respecto a tu libro Reflexiones de un año trabajando en pantuflas, ¿querés compartir algunas de ellas?

MJ: La verdad es que parece que fue en otra vida cuando escribí el libro, va todo muy rápido y, en mi caso, acabo de tener una bebé que tiene medio año así que imaginate cómo pasó este año para mí. A medida que tomo distancia del libro, entiendo qué importante es reflexionar, y ahí vuelvo a lo del aprendizaje. Nos pasan tantas cosas y tan distintas que no hay 'todo sigue igual' que resista. Al mismo tiempo, cuantas más cosas pasan más acelerados estamos, y cuanto más me acelero menos entiendo lo que está pasando, entonces siento que la invitación a la reflexión es importante. Necesitamos bajar el ritmo para registrar y para tener claridad, y que esas reflexiones nos conduzcan a la acción. En ese sentido, el libro es una recopilación de todo lo que yo fui aprendiendo en estos dos años de pandemia y que para mí fue como hacer tres doctorados juntos. Las reflexiones que tiene el libro son casi un diario íntimo, que fue surcando distintos mares, desde la angustia y la ansiedad por no saber, a entender qué implicaba el contexto, ver dónde podía aportar valor, y todo esto se fue traduciendo en distintas reflexiones acerca del liderazgo, del aprendizaje, de cómo tener una vida más productiva y más saludable y, de hecho, el último capítulo es “El arte que hay en mí” que tiene que ver con cómo creamos nosotros el futuro. No por nada el programa que hacemos en la Di Tella es sobre el futuro, porque yo llego a la conclusión de que el reto es que tenemos es dejar de ser víctimas de lo que se nos presenta para empezar a ser creadores, y uno, cuando crea, se parece a un artista, y el artista tiene que animarse a esta aventura.