Diego Manusovich, Fundador y Director General de Foro 21, desarrolla los aspectos a tener en cuenta a la hora de diseñar o elegir un programa de voluntariado.
Más allá de compartir el lazo común por el lucro, cada compañía ostenta una identidad definida. Las tramas productivas se entrelazan con las vocaciones y las emocionalidades de sus trabajadores dando fruto a una “personalidad colectiva” única.
La historia corporativa, sus líderes actuales, cada colaborador, las formas en que se comunican, el amor por la tarea, la calidad humana de sus vínculos, la prosperidad de su economía, la comodidad de sus instalaciones, el apego al cumplimiento de normas y leyes vigentes, la ética profesional y humana de todos los días… todo esto y mucho más constituye “la forma de ser” de cada empresa.
Desde las gerencias en donde se atienden las cuestiones vinculadas a los equipos de trabajo, cada eslabón de esta identidad toma especial relevancia, ya que opera en el imaginario grupal que cohesiona o no a las personas.
A la hora de pensar en cómo interactuar con el contexto comunitario que nos rodea esta fuerza identitaria debe analizarse detenidamente. Las ganas de ayudar a generar desarrollo a través del voluntariado corporativo es una “perla” que debemos custodiar cotidianamente. Organizar el voluntariado requiere hilvanar esas voluntades dispuestas a “hacer algo por los demás” sin naufragar en el intento.
Como primer requisito, es vital promover que las acciones voluntarias hacia la comunidad tengan que ver con el universo idiosincrático y profesional del core business de la compañía. Pensar en un voluntariado que pueda capitalizar su know how y proyectarlo hacia afuera, permite un cambio significativo en la auto percepción de cada colaborador. Que el saber cotidiano dedicado a impulsar la fuerza laboral pueda constituirse también en un saber que ayude a la comunidad a desarrollarse, es un descubrimiento maravilloso.
Por dar algunos ejemplos: los trabajadores de una empresa automotriz son los más capacitados para enseñar movilidad sustentable y educación vial a sus comunidades. Los colaboradores de las empresas alimenticias pueden enseñar alimentación equilibrada. Los trabajadores bancarios son los más idóneos para enseñarle a chicos y abuelos cómo utilizar la tecnología con propósitos financieros.
Alinear el core business con el core comunitario, es una de las primeras decisiones estratégicas que debemos tomar para ajustar nuestro voluntariado con las ganas de hacer crecer a nuestras sociedades.
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Otros temas a abordar:
¿Cómo ampliar la convocatoria de voluntarios en tu empresa?
¿Cómo medir y reportar resultados de la inversión en voluntariado corporativo?
¿Cuáles son los indicadores para asegurarnos que la participación de voluntarios crezca?
Lic. Diego Manusovich, dmanusovich@foro21.com.ar.